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Leer másLa mano mágica de este personaje con las plantas nos permite ser testigos de alfombras violeta cada primavera. Te contamos quién trajo las jacarandas a México.
*Foto: Shutterstock
Como alfombras inmensas color violeta, las calles de la Ciudad de México se tapizan cada vez que nos despedimos de invierno. Todo comienza a florecer semanas antes de darle la bienvenida a la primavera, y con ellos a una de las flores más hermosas que vemos empiladas en las ramas de muchos árboles en las calles de la capital mexicana. ¿Sabes quién trajo las jacarandas a México, cómo y cuándo sucedió esto?
Te contamos todo lo que tienes que saber sobre las jacarandas en México para disfrutar al máximo de esta especie que nos encanta.
La jacaranda mimosifolia –comúnmente llamada jacaranda o tarco– es un género de árboles y arbustos de la familia Bignoniaceae, originario de América de Central y del Sur. Los árboles de jacaranda se caracterizan por tener flores en forma de campana, de color púrpura intenso o azul lavanda, que florecen en racimos grandes y vistosos en la primavera y un poco menos, en verano.
¿Quién trajo las jacarandas a México?
Muy probablemente habrás escuchado que esta flor no es originaria de México, sino que alguien tuvo la genial idea de traerlas a nuestro país y es por eso que cada primavera podemos verlas.
Así es, según cuentan los registros, un jardinero japonés de nombre Tatsugoro Matsumoto viajó en 1892 a América. Su destino final sería Perú, pero hizo una escala en México. Se dice que el hombre quedó atónito por la bondad de los mexicanos para tratar a las plantas y flores.
Después de su viaje a Sudamérica, Matsumoto recibió una invitación por parte del minero mexicano José Landero y Coss, con el objetivo de que el jardinero nipón trabajara en su hacienda ubicada en el estado de Hidalgo.
De esta manera, Tatsugoro Matsumoto viajó a nuestro país y comenzó a trabajar en el diseño de diferentes jardines para mexicanos que vivían en ciertas zonas de la Ciudad de México.
Su trabajo exquisito llamó la atención de personalidades de gran talla, incluso del general Porfirio Díaz, por lo que el japonés fue contratado para que se hiciera cargo de los arreglos florales del Castillo de Chapultepec y su bosque circundante.
De hecho, el mandatario comisionó a Matsumoto la creación de un jardín especialmente diseñado para una exposición de productos japoneses en el Palacio de Cristal, que hoy en día es el Museo del Chopo en la Santa María la Ribera.
Poco tiempo después, el hijo del jardinero llegó a nuestro país para colaborar en los proyectos de su padre, los cuales prosperaron pese a la Revolución que atravesaba el país.
El prestigio del paisajista se mantuvo, así como sus relaciones allegadas con mandatarios importantes. Posición que le llevó a trabajar en un proyecto especial comisionado por el presidente Pascual Ortiz Rubio.
Ortiz, como gran admirador de los florecimientos de cerezo de Washington, le solicitó a Matsumoto que sembrara unos cuantos árboles de cerezo en la Ciudad de México. Sin embargo, con su gran expertise, el japonés no pudo prometer un futuro para esta especie en la capital mexicana debido a las condiciones climáticas.
Como contrapropuesta, presentó la idea alternativa del árbol de jacaranda que conoció en Brasil, la cual en ese momento estaba cultivando en su casa en Morelos de manera exitosa.
La idea fue presentada al presidente Álvaro Obregón, quien aceptó de inmediato y así, a partir de ese entonces los mexicanos tenemos la dicha de ver jacarandas en los parques y calles de nuestra ciudad.
Además de su belleza ornamental, la madera de esta especie es altamente valorada para la fabricación de muebles y objetos decorativos gracias a su belleza natural y durabilidad. Debido a su tono cálido, también se utiliza ocasionalmente en la fabricación de guitarras acústicas de alta calidad.
La jacaranda es símbolo de la ciudad de Pretoria, Sudáfrica, donde cientos de flores violeta adornan sus calles y parques. No solo en México, sin duda, la jacaranda es una planta muy popular en los jardines y paisajes urbanos de todo el mundo. Así que si no vives en la capital mexicana, esta primavera será la oportunidad perfecta para ser testigo de estas maravillas naturales. Hospédate en el corazón del barrio de Polanco, en Camino Real Polanco, situado en un área residencial refinada y tranquila de Anzures, considerada un oasis dentro del bullicio de la ciudad. En estas fechas, en los alrededores de este podrás apreciar muy de cerca las jacarandas.
Además podrás disfrutar de su oferta gastronómica en sus restaurantes y bares, desde una sofisticada cena a la española en Centro Castellano, un desayuno a la mexicana en La Huerta o una experiencia japonesa en Morimoto.
También deléitate con el mural de Rufino Tamayo en su Café Tamayo o unos cocteles de autor en su Blue Bar.
Linda historia con explosión color violeta, ¿cierto?